Ciudad sagrada de Kandy

La odisea del diente de Buda

Nadie ha podido ver nunca el colmillo de Buda que, después de errar durante 2.000 años, fue llevado finalmente al templo del Diente de la residencia real de Kandy, donde ha sido conservado de una manera segura; ningún budista –así se confiesa un 75 por ciento de los cingaleses– dudaría un momento de la autenticidad de esta reliquia. Según la leyenda el diente del Iluminado, salvado en la incineración de éste junto con algunos restos de huesos, reposó primero en un templo del norte de la India, antes de llegar a esta isla del sur del subcontinente. Los tamules se apoderaron de la reliquia, aunque más tarde tuvieron que devolverla, y los portugueses, empujados por un fuerte fervor religioso, afirmaron que la habían robado y destruido «para siempre» en Goa. No obstante, el diente, símbolo imperecedero de la fuerza eterna del budismo, retornaba a la isla. Por ello, aquel que lo poseyera ostentaba simbólicamente el poder de los reyes cingaleses. Durante casi seis siglos la reliquia permaneció a salvo en Anuradhapura; pero, al producirse la caída de la antigua capital, el diente se trasladó, tras algunas escalas intermedias, a la ciudad real de Kandy.

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