Golfo de Porto: cala de Piana, golfo de Girolata y reserva de Scandola

Un cinturón de atalayas rodea la isla

«Imaginé una isla de aspecto rojizo y salvaje, en uno de cuyos extremos se alza un faro, y en el otro una antigua torre ge-novesa que en mi época estaba habitada por un águila; así como barrancos, maquis, grandes bloques rocosos y algunas cabras salvajes.» La descripción de Dau-det (1840-1897) se refiere a Gargalo, pequeña isla situada frente a Escandola. Además de un faro que señala la entrada al golfo, existen restos de un asentamiento primitivo. Las ruinas de murallas se remontan a la época de los primeros señores corsos. El dominio genovés sobre la isla duró de 1284 a 1768, cuando Génova vendió Córcega a los franceses por dos millones de liras. Los genoveses rodearon la isla con un denso cinturón de atalayas. Tan pronto era avistado un enemigo, los vigías alertaban a la población mediante señales de humo o fuego. La distancia entre torres se había calculado para lograr que las noticias dieran la vuelta a Córcega en una hora. Por ello, desde la torre de Gargalo se pueden distinguir otras torres de la isla mayor: una, cerca de la aldea de Girolata, con una quincena de habitantes y accesible únicamente por mar; una segunda, en la vertiente de la bahía de Elbo, que muestra un aspecto extremadamente salvaje, con un maquis casi inalterado en el que tan sólo unos cuantos rediles indican la antigua y escasa actividad humana; y otra más al sur, en la orilla opuesta del golfo, junto al capu Rosso (cabo Rosso). Este cabo proporciona, con sus acantilados porfíricos y de rojizas riolitas que caen a plomo desde 900 metros de altura, refugio seguro a algunas de las aves más interesantes de la zona, como cormoranes o águilas pescadoras. Las costosas instalaciones defensivas eran necesarias para protegerse de las continuas incursiones de piratas árabes: sólo en 1560 fueron llevados como esclavos a Argel seis mil corsos.

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