Ibiza, biodiversidad y cultura

La isla de Ibiza

De forma alargada y dispuesta de SO. a NE., posee una longitud máxima de 42 kilómetros y una anchura máxima de 15. Desde un punto de vista geomorfológico, presenta numerosos paralelismos con la isla de Mallorca. Sus series tectónicas, orientadas de NE. a SO., surgieron durante el ciclo orogénico alpino. Más tarde, el plegamiento de los sedimentos depositados en el geosinclinal bético-balear dio lugar tanto a la Cordillera Bética como al relieve de las Baleares: una arista submarina une la isla de Ibiza con los cabos alicantinos de San Antonio y La Nao. Un régimen climático árido ha permitido la formación de extensos glacis de erosión y ha dado origen a valles abiertos y a los poljés, depresiones cerradas de origen cárstico en las que se localiza la población y la principal actividad agropecuaria. En el extremo SO. de la isla se levanta la sierra de Sant Josep, donde se localizan las máximas elevaciones de Ibiza: el pico Sa Talaiassa (475 metros de altitud) y el Puig de Cala Llentrisca (414 m). El extremo SE. de Ibiza, llano, forma una unidad morfológica con la isla de Formentera. La costa ibicenca (170 kilómetros) se caracteriza por la sucesión de acantilados abruptos y playas, más extensas en el cuadrante SE. En la zona N., a causa de la profundidad de las aguas, son escasos los islotes; por el contrario, proliferan en las áreas E. (Tagomago, Santa Eulalia, Es Daus y Es Malvins), S. (Nègres y Penjats) y O. (Es Vedrà, Es Vedranell, S’Espartar, Bosc y Sa Conillera).

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