Tumba de Humayun, Delhi

La primera construcción de un monumento

Desde entonces, la desconsolada Haji Begum, como el pueblo llamaba a Begum Bega, la viuda de Humayun, consagró su vida a un único objetivo: en memoria de su esposo, hizo erigir el más magnífico monumento sepulcral de todo el imperio, al borde del río Yamuna. Bajo las órdenes del arquitecto persa Mirak Mirza Ghiyas, la construcción se inició nueve años después de la muerte de Humayun y la obra fue finalizada, con todo lujo de detalles, bajo el reinado del sucesor de Humayun, el gran mogol Akbar (1542-1605). Este monumento, el primero que se erigió en el norte de la India, marcó la pauta en el desarrollo de la arquitectura mogola, que, un siglo más tarde, alcanzaría su máximo apogeo con el célebre Taj Mahal. Comparado con las tumbas de la dinastía Lodi ubicadas en la capital y destruidas por el emperador Babur en 1526, el mausoleo de Humayun supuso una superación de los típicos elementos hindúes (arquitrabes y modillones) para introducir el arco ojival. Además, las fachadas, caracterizadas hasta esa época por su austeridad artística, se recubrieron con piedras de cantería, entre las que se insertó mármol blanco y –en los bordes de la construcción– negro. De esta forma, los artesanos imitaban los extensos mosaicos de baldosas característicos de las sepulturas persas. Si bien por razones económicas, los persas tuvieron que limitarse al adobe en la construcción de sus monumentos, la prosperidad del reino mogol se tradujo en la utilización de piedras naturales, que en Persia se empleaban sólo para decorar las fachadas.

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